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ARTICULOS RECOMENDADOS DE CIRUGÍA PLÁSTICA

REJUVENECIMIENTO FACIAL

MASCULINO

Sandra Liliana Martínez, M.D.

CIRUJANO PLÁSTICO

Miembro de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica

El paso de los años es una situación que en ningún momento la podemos detener ni evitar; el envejecimiento es un proceso en donde se involucran todas las células de nuestro cuerpo, así no las veamos, y su resultado final son todos los síntomas y signos visibles a nuestros ojos.

Centrándonos en el proceso de envejecimiento de los tejidos faciales, ocurren múltiples procesos que interaccionan entre sí y se suman para dar una apariencia final a nuestra cara. También tiene mucho peso la forma de vida que hayamos tenido, ya que antecedentes de tabaquismo, consumo de alcohol, falta de horas de sueño y exposición a muchos tóxicos externos, pueden dejas marcas imborrables.

El proceso puede explicarse en cada una de las estructuras faciales. 

El soporte óseo, es decir, todo el esqueleto facial sufre las mismas consecuencias que los otros huesos corporales; hay una pérdida progresiva del espesor de la masa ósea, en algunos sitios más evidentes que en otros; los huesos que están involucrados en generar movimiento y fuerzas de tensión o resistencia son los que más pérdida de volumen presentan, por ejemplo la mandíbula, ya que por la presencia de la dentadura y sus fuerzas de resistencia en la masticación, son estímulos que generan hueso para mantener la función, en el momento de la pérdida dental este fuerte hueso empieza a desvanecerse y a hacerse muy frágil, disminuyendo todas sus dimensiones traduciéndose en el aspecto estético facial.

Los huesos malares, son aquellos que aportan en gran parte a la proyección de las mejillas, también sufren un importante proceso de desgaste, probablemente por ser un sitio principal para la inserción de múltiples músculos faciales relevantes  en muchos gestos faciales; la pérdida de su proyección genera aplanamiento de los pómulos dando pérdida de soporte al párpado inferior con un efecto visual de “descolgamiento” del párpado exponiendo más el globo ocular, también produce una pérdida de las relaciones armónicas con el resto de las estructuras faciales, causar un efecto visual de una frente pronunciada, una nariz grande y una mandíbula protruída, envejeciendo en forma importante la cara.

Los huesos de la órbita también pueden presentar éstos cambios, ayudando al efecto visual de “ojos cadavéricos” asociado a otros cambios en los tejidos blando.

En general los cambios son generalizados y se involucran todos en el aspecto final de la cara. 

Viajando más superficialmente, encontramos todo el sistema muscular facial; tal vez la cara es una de las estructuras corporales que más volumen muscular tiene con respecto al área; encontramos cientos de músculos con funciones específicas y necesarias.

En el plano más profundo encontramos músculos que se originan en un hueso y terminan en otro y su contracción genera fuerza que se traducen en movimiento de grandes estructuras, principalmente para funciones de masticación y movimiento de la boca.

La capa muscular superficial la forman músculos especiales ya que son músculos que se originan en los huesos pero terminan insertados en la piel, es decir, son los que generan todos los movimientos de expresión facial ya que al contraerse generan movimiento cutáneo. Estos músculos dérmicos sufren procesos diferentes dependiendo de su función y localización; los músculos involucrados en los gestos más frecuentes sufren un cambio de “hipertrofia” o crecimiento y se hacen muy fuertes como en el caso de los músculos que elevan las cejas, que descienden la frente, que fruncen el ceño, que levantan la raíz de la nariz, que cierran con fuerza los párpados, que nos ayudan a besar, soplar o silbar, o los que le dan movimiento al mentón. Estos sitios de hipertrofia muscular coinciden con los sitios de arrugas más profundas y marcadas ya que son su causa de aparición

Otros músculos dérmicos que no se usan con tanta frecuencia al igual que la mayoría de los músculos profundos, sufren cambios de adelgazamiento o aplanamiento o “atrofia”, lo que se traduce en disminución del volumen de los tejidos blandos de la cara, dando la apariencia visual de una cara muy delgada y envejecida. 

El siguiente sistema que encontramos en íntima relación con la capa muscular más superficial, es el llamado sistema aponeurótico o SMAS. Es un sistema cuyas principales funciones se centran en el soporte y fijación de las estructuras al igual que el transporte de vasos sanguíneos, linfáticos y nervios. Se continúa hacia el cráneo con sus estructuras de fijación y hacia el cuello con los músculos platismas que ayudan a mantienen y contener las estructuras vitales del cuello. Este importante sistema sufre en forma simultánea los cambios al ser arrastrado también por todo el descenso de los tejidos blandos, con pérdida de soporte y fijación dando la apariencia de “descolgamiento” de los pómulos y de las mejillas, que en ocasiones llegan a sobrepasar el margen de la mandíbula (al mejor estilo canino).

Insertadas en sitios específicos y ocultas encontramos varias bolsitas grasas que también son arrastradas en éste proceso, principalmente la bolsa grasa malar, que termina dándonos la apariencia de que el pómulo se nos cambió de lugar y se ubica por debajo de la eminencia ósea. Ocasionalmente estas bolsitas grasas pueden acumular más grasa de lo normal, siendo útil extraerlas. 

Finalmente la piel, estructura que está expuesta a la mayoría de noxas y que sufre múltiples y severos cambios con el paso del tiempo.

Su capa más profunda llamada Dermis, contiene la maquinaria para la producción de colágeno, elastina y todo el material que nos permite una elasticidad cutánea, al igual que las glándulas que producen el sudor y el sebo para mantener la hidratación de la piel. Sus cambios además de presentarse por el envejecimiento, son el resultado a la permanente influencia hormonal (los cambios de la pubertad, la madurez y la tercera edad) incluyendo desde el acné juvenil hasta la resequedad por la menopausia. Podemos resumirlos en el adelgazamiento progresivo de la dermis, pérdida de la elasticidad, pérdida de la humectación, pérdida de folículos pilosos y adelgazamiento del colchón de grasa de soporte. Esto se visualiza como una piel muy delgada, en ocasiones casi transparente, con importante flacidez, reseca o de difícil hidratación, ocasionalmente con la aparición de lesiones bultosas o lunares que antes no existían y con arrugas de mayor o menor profundidad.

La Epidermis o porción superficial de la piel sufre también en forma agresiva cambios, debido básicamente a los efectos de la exposición prolongada y permanente a los rayos solares, incluyendo cambios en la pigmentación como manchas oscuras o claras, pecas, lunares, aparición de venitas en forma de araña o telangiectasias, incluso la aparición de lesiones que pueden llegar a la malignidad. 

Como vemos, si queremos tener un rostro que irradie más juventud, no es suficiente pensar que con un “estiramiento de piel” se va a solucionar el problema, hay que entender el problema desde su fondo para poder llegar a un acuerdo con el Cirujano y poder tener claras las expectativas que se tienen y se pueden lograr, después de los procedimientos estéticos para el Rejuvenecimiento Facial.

Del mismo modo, los procedimientos que ayudan a esta multitud de problemas, deben evaluarse para determinar si se pueden realizar simultáneamente o los mejores resultados se obtienen en una secuencia lógica de eventos.

Los procedimientos utilizados para el Rejuvenecimiento Facial son múltiples, peden ser más o menos invasivos, pueden ser de tipo permanente o temporal y pueden involucrar incluso, varias especialidades.

En forma general, la cirugía para Rejuvenecimiento Facial puede incluir:

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Aumento  de  las  prominencias  óseas  que  sean  necesarias  e  indicadas,  como  los

pómulos, el mentón o los márgenes mandibulares; se puede utilizar implantes de silicona sólida o de góretex que se adaptan a la forma y el tamaño deseado, en caso que los defectos óseos sean muy marcados; también se puede dar la misma apariencia de aumento óseo con la utilización de injertos grasos de la misma persona tomados con una técnica de liposucción de algún acúmulo graso, pasarla por un proceso especializado de tratamiento e inyectarla en forma controlada y armónica, esto en caso de defectos no muy marcados.

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La suspensión de los tejidos blandos que han sufrido un importante descenso,   lo   cual

incluye la frente, las cejas, los párpados, las mejillas, las bolsas grasas malares y el cuello. Existen diversas técnicas adaptadas cada una al sitio del tratamiento y según los hallazgos encontrados al examen físico. Se puede utilizar la asistencia endoscópica para disminuir el tiempo de recuperación y minimizar las cicatrices. Si en el momento de recuperar la posición anatómica de las estructuras profundas, se evidencia claramente un exceso de piel, es el momento de resecarla en forma prudente y controlada para evitar excesos y cicatrices inestéticas por el cierre a tensión; hay que saber que la resección de piel no es la solución de los problemas.

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En  ocasiones  es  necesario  resecar  el  exceso  de  bolsas  grasas,  que  pueden  ser
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evidentemente grandes, como en los párpados, pero la mayoría de las veces, su mejor manejo es la reacomodación en su sitio anatómico original.

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La  aplicación  de  Toxina  Botulínica  en forma selectiva,  sobre los sitios en los que  se
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evidencie la aparición de arrugas ocasionadas por la actividad exagerada de los músculos faciales, como en las líneas horizontales de la frente, el entrecejo, las ”patas de gallina”, las líneas horizontales de la nariz y las arrugas inconfundibles del mentón. También tenemos a disposición algunas sustancias plenamente identificadas y autorizadas por la FDA, con el fin de realizar pequeños rellenos en surcos que pueden mostrarse muy profundos como arrugas muy marcadas en la frente o entrecejo, y los surcos nasolabiales; sabiendo que estas sustancias deben usarse como tratamientos ya que su efecto es de tipo temporal.

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La  utilización  de  diferentes  técnicas  para  mejorar  la  calidad  de  la  piel, tanto en su
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porción profunda como la superficial. Podemos incluir técnicas de peeling químico o mecánico para estimular la regeneración celular, la utilización de diferentes tipos de Láser para despigmentar zonas comprometidas, Láser para la eliminación de lesiones vasculares como las telangiectasias o Láser para hacer abrasiones superficiales de la piel que estimulen su regeneración y la producción de colágeno.

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Dependiendo del tipo de técnica quirúrgica a utilizar, de su duración y de su cuidado postoperatorio, depende la preparación prequirúrgica, la toma de los exámenes necesarios para la valoración preanestésica, con el fin de disminuir al mínimo los riesgos quirúrgicos y anestésicos, así mismo la técnica anestésica y la posibilidad de manejo ambulatorio o intrahospitalario.

Los cuidados postoperatorios se sugieren en cada tipo de procedimiento y son los que ayudan a determinan el periodo de recuperación. 

Finalmente, lo importante para decidir la realización de procedimientos en rejuvenecimiento facial es entender el compromiso extenso de las diferentes estructuras y las posibles opciones de manejo, para poder establecer una verdadera relación con su cirujano, exponer las expectativas que se desean conseguir, si éstas son posibles y poder llevar una relación totalmente sincera y verdadera con su cirujano tratante.

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Sandra Liliana Martínez, M.D.
CIRUJANO PLÁSTICO
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Última modificación: Junio 5, 2012