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El suicidio es un tema que ha existido desde que se tiene conocimiento de la misma historia de la humanidad; se han tejido muchos conceptos y explicaciones alrededor de esto, convirtiéndolo en un asunto tan complejo que no es extraño encontrar, en diferentes libros o revistas, datos muy diversos en lo estadístico y en la definición de los términos como son las ideas, los gestos, los intentos, los actos, las conductas y las tentativas de suicidio. Suicidio viene del latín, sui, de si mismo y caedêre, matar, es decir es la conducta “del autoasesinato” o provocarse la muerte a sí mismo. Es un evento que refleja una psicopatología muy grave y que no es exclusiva de la enfermedad mental; tampoco lo es de la enfermedad depresiva o de los trastornos afectivos aunque existe una importante incidencia en estas alteraciones. Así mismo podemos encontrarlo, en las noticias que conocemos a diario, sobre los suicidios “altruistas” en beneficios de causas políticas, religiosas o de protestas en las que muchas veces se involucran fenómenos colectivos. Las formas de presentación o de preparación también han variado enormemente. Se puede cometer en forma impulsiva sin premeditación o bien en la culminación de una obsesiva y crónica idea de realizarlo; al igual, hay individuos que siempre han tenido la fantasía de hacerlo pero jamás lo logran. Popularmente se ha planteado si el acto suicida constituye un asunto de mucho “valor” o por el contrario de mucha “cobardía”; considero que la percepción al respecto cambia de acuerdo con el punto de vista que cada cual quiera aplicarle. Siento que más que valor o cobardía, es una total tragedia en la que no solo se ve implicado algún trastorno mental sino es en donde los familiares o amigos sufren con horror las consecuencias de esta conducta; quizás el conocimiento de esto último es lo que conduce a ciertos individuos para efectuarlo (el intento o la consumación) dentro de un comportamiento conocido como la “manipulación” buscando responsabilizar o culpabilizar a los demás de los “errores” supuestamente ejecutados en contra del “suicida”. El suicidio es más usual de lo que se presupone y cada vez se incrementa; en países muy desarrollados como en los EE.UU. hay casi más de 80 suicidios al día, más o menos en promedio uno cada 20 minutos; también se ha venido notando un aumento preocupante entre los adolescentes y ya es un problema de salud mental pública que podría ser el resultado de la extensión de enfermedades depresivas en estos grupos de edad; el suicidio consumado es muy raro en niños menores de doce años, posiblemente por su baja capacidad en diseñar un plan sistemático. En los ancianos, los intentos son menos frecuentes que en los jóvenes pero es más probable que lleguen al suicidio consumado. Hay estudios que muestran en que el viejo se suicida más que el joven, pero en las últimas décadas la situación ha cambiado. En cuanto a los intentos se refiere, se ha podido comprobar, que las mujeres lo intentan más veces que los hombres; más de un 70% en las mujeres, frente a un poco más del 20% en hombres; en tanto que el suicidio consumado, la proporción se invierte, hallándose casi 65% en hombres frente al 35 a 36% de las mujeres. En las mujeres hay mayor frecuencia de intoxicaciones exógenas (sobredosis de medicamentos, de sustancias psicoactivas o de venenos y de inhalaciones de gases, tipo monóxido de carbono) que en los hombres; en éstos, se emplean más comúnmente, las armas de fuego, el ahorcamiento o la asfixia (también con gases) y las caídas desde grandes alturas. Claro que también se ha venido observando un incremento en el uso de armas de fuego en las mujeres pero en general, en el hombre hay más proclividad a los actos violentos. De la misma manera se puede observar que en los adolescentes el suicidio consumado ocurre con una frecuencia de más o menos cinco veces más en los varones que en las jóvenes pero la tasa de intentos es casi tres veces mayor en estas últimas que entre los varones. Existen múltiples motivaciones en la finalidad u objetivo, que lleva a un individuo a practicar un intento o por desgracia a la culminación de un pensamiento suicida; se mencionan muchos pero podemos destacar algunos de ellos como los que más hallamos en nuestra práctica diaria y que concuerdan con algunos de los textos de psiquiatría con los que más nos familiarizamos: |
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La sensación de frustración cuando no se alcanzan algunas metas autoimpuestas |
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Una forma de evasión ante situaciones “amenazantes” que “estrechan” la visión de la vida |
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Una forma de alertar o llamar la atención buscando desesperadamente la ayuda de los demás |
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La forma denominada manipuladora o de chantaje tratando de lograr ganancias secundarias o modificar actitudes, comportamientos o decisiones de los demás y así lograr condiciones más “favorecedoras” o aceptables |
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La visión negativa y pesimista de la vida; el conocido “ver todo negro” que le da carencia de sentido a la vida; el suicidio “es la solución” |
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La soledad ya sea como algo real o tan solo como una autopercepción que atenta con la “fuerza energética” del vivir; se da mucho en ancianos |
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La desesperanza y la anhedonia |
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La angustia en sí misma es considerada como la detonante del suicidio; lo mismo el padecer una “enfermedad” crónica o incurable |
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Las adicciones o abusos tanto de sustancias alcohólicas como psicoactivas pueden generar finalmente actos suicidas; éstas pueden ser manifestaciones impulsivas como reacción de una expresión violenta auto o heteroagresiva |
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Hay épocas del año donde se incrementan los “balances” negativos de las gestiones personales en contextos sociolaborales o familiares que pueden incitar a conductas suicidas |
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Son bien conocidas ciertas estaciones del año como los favorecedores de actos suicidas; hay incremento de suicidios en primavera y otoño |
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Las situaciones conflictivas de pareja o las rupturas (divorcio, separación) y pérdidas (viudez), fallecimiento de un ser querido o antagonismos familiares, pueden influir en los fenómenos suicidas |
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La pérdida del status socioeconómico (suspensión laboral, por ejemplo) y las quiebras o ruinas económicas pueden ser ingredientes en la decisión suicida |
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La disponibilidad de elementos o de herramientas que pueden “estimular” la incubación de una idea suicida; de hecho, sabemos que ciertas profesiones o actividades tienen más facilidad para estas situaciones; como los individuos que manejan armas (militares, policías, etc.) o sustancias letalmente activas (como en los profesionales de la salud) |
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Ciertas religiones que pueden provocar decisiones suicidas como un “ofrecimiento” de la propia vida para la “salvación” o la “obtención” de ciertos ideales; por otra parte, el ser creyente (por ejemplo en el católico) provocaría una situación de protección que influye en el potencial suicida (especialmente en el que sufre depresión) |
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Algunos trastornos psiquiátricos y de personalidad, harían parte de los riesgos suicidas; entre estos últimos, no es infrecuente encontrar a sujetos con trastornos de la personalidad emocionalmente inestable (la personalidad límite) que están dentro de la población potencialmente “suicida”. |
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No podemos de ninguna manera, desconocer los factores bioquímicos o biológicos que pueden facilitar o abonar un terreno de un suicida; lo encontramos muy comúnmente en enfermedades como la depresión donde más se ha logrado avanzar en estos argumentos; sin embargo queda mucho por esclarecer y confirmar porque existen, aún hoy en día, muchas incógnitas por dilucidar. El tema biológico, es el que ha permitido la reciente evolución de los importantes medicamentos denominados antidepresivos y que cada vez más han venido ocupando un crecido espacio valioso y preponderante en la terapéutica de los estados afectivos y que en la gran mayoría de las veces se traducen como preventivos de las conductas suicidas. Cobra mucha importancia la detección precoz de los aspectos que por lo menos estén muy relacionados con las enfermedades depresivas, a pesar de las grandes dificultades que se puedan presentar ya que muchas veces no es fácil diagnosticarlas. El trabajo que se tiene que hacer deberá estar muy relacionado con el fortalecimiento del afecto de si mismo como la esencia primordial en la realización personal. No debe existir la duda en buscar una ayuda profesional. Sería cambiar, el matarse así mismo por el aceptarse y amarse a sí mismo. |
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| Pablo Alberto Chalela Mantilla, M.D. | |
| Médico Psiquiatra | |
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