Los Principios Éticos permiten distribuir entre el público información verídica sobre servicios médicos y prohíbe la distribución de información falsa, fraudulenta, engañosa o confusa (código colombiano de autorregulación publicitaria).

Por ende, el tema más obvio es el empleo del poder para persuadir o para aparentar una opinión médica y pedirles a los pacientes que se sometan a cirugías que no son en su mejor interés. El empleo de información falsa, fraudulenta, engañosa o confusa es antiético e ilegal y viola todos los códigos de conductas profesionales. No es ético que un cirujano o una institución ofrezca cirugías promocionando nuevas tecnologías que aún están bajo el escrutinio científico, desacreditando técnicas estandarizadas y ampliamente universalizadas con guías de manejo. La seducción que siente el paciente potencial que puede recibir esta tecnología es inmensa, por lo tanto asegura de que el paciente esté en una posición desventajosa que afecta su autonomía para tomar una decisión  de aceptar o rechazar una cirugía, exponiendo su integridad física. Es preocupante el grado inevitable de autopromoción que esto representa para el cirujano y la institución involucrada, la propaganda está específicamente diseñada para atraer a los pacientes y por ende para aumentar el prestigio o el poder del cirujano y  aumentar las ganancias; estas actitudes promueven irrespeto y desconfianza hacia nosotros, hacia nuestros colegas minando la confianza que la especialidad y le medicina merecen.

En dicha publicidad se muestran resultados de pacientes que en su mayoría no corresponden al mismo sujeto, resultados que no son de exclusividad única derivada del empleo de dicha tecnología, sino, más bien esta tecnología es complementaria de las técnicas quirúrgicas prioritarias aplicadas para estos resultados, todo procedimiento invasivo tiene como consecuencia un proceso de cicatrización, por lo tanto engaña y crea falsas expectativas.

Se engaña cuando se universaliza la insinuación de la aplicación única de esta tecnología para cualquier tipo de patología relacionada con los procesos de envejecimiento y/o obesidad.

Se engaña cuando se ofrece tratamiento a las complicaciones de procedimientos inescrupulosos de algunos profesionales como son las inyecciones de silicona y parafina, que derivan en la formación de tumores conocidos como granulomas y para los cuales aún no existe tratamiento exitoso sin dejar grandes deformidades, incluyendo el láser.

Es peligroso y contra la ética promover cualquier tratamiento “nuevo” como si fuese significativamente mejor que el ya existente que tiene resultados excelentes sin antes someterlo al rigor científico.

Es engañoso por que se confunde al público en su determinación por optar por tal técnica anestésica , prescindiendo del profesional más calificado para ello como es el médico especializado en anestesiología y es él, en últimas quien aconseja al paciente para tomar tal decisión.

Se engaña por que se abroga privilegios y prerrogativas y de un tajo desacredita y deja por fuera a los colegas que no emplean esta tecnología, valga decir, por convencimiento científico, mandando al baúl de los recuerdos ese apreciado instrumento, herramienta de trabajo, que aún sigue vigente y lo será por muchos años más, como es el bisturí.

Se engaña  cuando se afirma que no es necesario efectuar incisiones para elevar los senos, para el estiramiento facial, abdominal o para los procedimientos en brazos y piernas, se engaña por que no se da la información completa en cuanto a resultados a corto, mediano y largo plazo. Entendible lo anterior, claro está, por provenir de un  no especialista en cirugía plástica estética.

Se engaña cuando se falta a la verdad, cuando se desconoce la historia, y, cuando se informa lo que no es correcto, como afirmar el origen de la cirugía estética a partir de experimentar en el cuerpo humano.

No es permisible para la SCCP que permitamos este tipo de engaño, claramente irresponsable puesto que equivale a que no apreciemos a nuestro propio paciente como un par moral. Así es como el engaño, en cualquiera de sus formas, estamos seguros, estimula conductas que subyacen grandes crímenes, por ello lo rechazamos. Es inaceptable siempre, lo aborrecemos. EL ANUNCIO ES UNA RESPONSABILIDAD SOLIDARIA ENTRE QUIEN LO ORDENA, QUIEN LO DISEÑA Y EL MEDIO QUE LO DIVULGA (código colombiano de autorregulación publicitaria).

Se presenta al cuerpo como objeto de la mercantilización o de las industrias culturales, como mercancía con fines económicos, lo cual viola las leyes éticas mínimas, altera la confianza científica y en el médico viola la autodeterminación por las circunstancias sociales que ejercen presión en su decisión.

Reconocemos nuestras prerrogativas en términos de facilitación y difusión de nuestro arte en lo que se refiere a políticas de publicidad, y de acuerdo a ello entendemos nuestra responsabilidad y así la aceptamos para otorgar siempre información veraz, sin generar falsas expectativas, ni tampoco coaccionar de manera alguna a las personas de la sociedad que puedan ser débiles ante nuestras sugerencias verbales, o escritas o difundidas por cualquier otro medio publicitario. Como también entendemos nuestra labor social de compromiso ante la comunidad de prevenirla y orientarla con respecto a la publicidad engañosa y confusa.

La profesión médica debe salvaguardarse y salvaguardar a los pacientes de colegas cuyo carácter moral o su competencia sean deficiente. Debemos observar todas las leyes, mantener la dignidad y el honor de la profesión y aceptar las disciplinas autoimpuestas. La honestidad en cualquier tema es la piedra angular de nuestra ética.