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ASPECTOS PSIQUIÁTRICOS DEL SIDA

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Pablo Alberto Chalela Mantilla, M.D.

MÉDICO PSIQUIATRA

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ASESORAMIENTO Y CONSEJERIA EN LAS PRUEBAS DEL VIH

Las personas que deberían someterse a la prueba del VIH son aquellas que pertenecen a grupos de alto riesgo como:
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1 Homosexuales.
2 Abusadores y adictos a sustancias por vía parenteral.
3 Hemofílicos y pacientes que necesitaron transfusiones de sangre u otros productos
sanguíneos no sometidos a pruebas de detección del VIH.
4 Parejas sexuales que pertenezcan a cualquiera de esos grupos.
5 Parejas sexuales en las que una persona hubiese estado expuesta al VIH: por heridas,
úlceras o pinchazos cuyas lesiones se hayan contactado con sangre contaminada.
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Así mismo, podría realizársela cualquier persona que la solicite, pues no todos admiten la presencia de factores de riesgo, ya sea por miedo o vergüenza , también, en aquellos con síntomas sospechosos de SIDA. Igualmente, es una indicación practicarla en mujeres involucradas con grupos de alto riesgo que estén o planeen un embarazo y en los donantes de sangre, semen u órganos.

Las razones por la que se solicita la prueba deberían valorarse y así determinar posibles preocupaciones y motivaciones no verbalizadas que pueden requerir un manejo psicoterapéutico. Es recomendable que cualquier intervención que se haga al respecto sea personal y no por otro medio de comunicación; esta interacción promueve un ambiente de confianza y seguridad logrando detectar paso a paso las diferentes reacciones suscitadas en el paciente.

Muchas veces deberán repetirse el significado de los resultados y sus implicaciones en las entrevistas previas y posteriores a la prueba ya que muchos pacientes se hallarán muy nerviosos y posiblemente no entenderán de algo que se les diga una sola vez.

Previamente a la prueba se deberá debatir con el paciente el significado de un resultado positivo para aclarar las distorsiones que se puedan presentar ya que los análisis detectan la exposición al VIH; no es un análisis de SIDA. Lo mismo se hará en caso de un resultado negativo donde posiblemente requiera una repetición en personas con conductas de alto riesgo reciente. Hay que estar dispuestos a discutir temores (reales o irreales) y preocupaciones del paciente y comentar la importancia de la necesidad del análisis. Se deberá estar alerta a las posibles reacciones del paciente ante un resultado positivo porque puede presentarse desde mucha resistencia hasta situaciones catastróficas (amenazas o intentos de suicidio); por ello se debería conocer en lo posible, los tipos de reacción de un individuo en situaciones de estrés intenso en épocas pasadas.

Se tendrá en cuenta la confidencialidad, porque ésta es considerada como un tema clave en la prueba sérica. Sin el conocimiento y el consentimiento del paciente, la prueba no se debe practicar. Mantener la confidencialidad ayuda a que no se dificulte la accesibilidad a los dispositivos asistenciales; pero ésta requeriría ciertos límites cuando se trata de posibles daños a terceros. Las circunstancias especiales deberían ser discutidas y los resultados de una prueba de VIH pueden compartirse con los integrantes del equipo médico. Los pacientes deberán estar prevenidos sobre los riesgos de revelar demasiado pronto e indiscriminadamente sobre el resultado de la prueba a las personas que comparten su entorno inmediato, ya sea social, laboral o familiar, porque podría provocar un perjuicio de incalculables consecuencias en el funcionamiento posterior del paciente. Quizás, la primordial excepción que se tendría en cuenta en la necesidad de informar el resultado de una prueba de VIH, sería en aquellas parejas sexuales potenciales o pasadas con las que se compartieron anteriormente sustancias por vía intravenosa. Muchos pacientes con VIH positivo actúan de modo responsable y solidario. Sin embargo, al conocer que un paciente infectado esta exhibiendo conductas o comportamientos que coloquen en riesgo de contagio, debería el médico considerar la hospitalización de éste con el fin de prevenir el daño a otros o alertar a la víctima potencial. Se recomienda tener muy en claro las leyes o normas que existen sobre estas materias y actuar con el ánimo que debe regir el respeto al ser humano. En estas normas se debe incluir desde luego, a los enfermos psiquiátricos internados, al conocer que un paciente infectado de VIH mantiene relaciones sexuales con otros pacientes.

ASPECTOS CLINICOS

La mayoría de las alteraciones en la salud mental que padecen las personas con VIH son habituales a los reconocidos en pacientes con enfermedades terminales, aunque los enfermos de SIDA, presentan con una mayor frecuencia una serie de problemas psicológicos que los que ocurren en otras enfermedades de procesos parecidos. El que estos trastornos aparezcan, pueden ser debido a variadas causas. Se destacan entre otras: las que se producen por el impacto social de esta enfermedad; o porque se manifiesta en personas tan jóvenes y vulnerables psicológicamente, como también, por la posible afección al sistema nervioso central.

Sabemos que cada individuo ofrece comportamientos psicológicos muy particulares y propios que lo hacen único y diferente de los demás; a esto hay que adicionarle las experiencias preliminares de cada ser, los antecedentes traumáticos o no y que al vincularlos a la memoria y unidos a las características biológicas, reaccione de cierta manera ante determinadas situaciones; es interesante y valioso reconocer e interpretar las diferentes etapas por las que transcurre un individuo durante el proceso de una enfermedad terminal. Algunas se mezclan entre sí y otras pueden pasar desapercibidas; éstas tienen una secuencia:

1. Ignorancia: esta etapa puede subsistir durante un largo período de tiempo; es una manera defensiva para no afrontar el problema.

2. Incertidumbre e inseguridad: el paciente puede entrar en un laberinto dándole vueltas al problema; de pronto lo sabría en forma parcial o tangencial; es una manera defensiva de no querer aceptarlo.

3. Negación: se puede presentar como la negación implícita y como la negación explícita. En la primera el paciente planea viajes, negocios o intenta replantear una nueva dirección a su vida futura; en la segunda, el paciente se cuestiona hacia sí mismo como que “esto no puede ser verdad”; hay una incredulidad que es la manifestación de la voluntad de vivir que todo ser humano lleva muy dentro. Es una etapa en la que el médico debería tener mucha paciencia; no forzar ni presionar al paciente para que conozca su futura realidad. Es la etapa del respeto y la serenidad en ambas partes.

4. Protesta: puede presentarse durante otras fases; a veces se reconoce como si fuera la primera. El paciente se encuentra rebelde; irritable, reacciona con una fuerte carga emocional; es la defensa por la percepción del miedo a una muerte cercana e inevitable; el paciente reacciona en contra de su medico; desea conocer otras opiniones; “el médico no sabe... es un inepto... esta equivocado” etc.

5. Negociación: el paciente establece un convenio con su entorno y con Dios (o la imagen de un ser supremo); se le hacen a Dios todas las promesas y ofrecimientos buscando que la vida se prolongue; podrá aparecer “una personalidad buena” como un fenómeno adaptativo para reprimir el dolor que produce el pensamiento de un desenlace futuro inevitablemente fatal, y de pronto lograr “la salvación” de semejante tragedia. Otra forma de presentación de esta fase es conseguir que su médico lo “mejore” a través de obsequios o dádivas que se le ofrecen a su terapeuta.

6. Depresión: es la aparición de uno de los síndromes clínicos consecuentes con la enfermedad; el paciente esta comprendiendo su realidad; hay retraimiento, desazón y tristeza; es el duelo por la perdida de la salud y el reconocimiento ante la impotencia. En esta etapa es importante la medicación con antidepresivos asociada a la psicoterapia de acompañamiento.

7. Aceptación: es reconocer lo ineludible o someterse a lo inevitable. Es la capitulación de las fuerzas en la batalla por la vida. La angustia prácticamente ha desaparecido; el final esta sentenciado; esta fase va de la mano con la depresión.

El reconocer estas etapas no son solo saberlas interpretar; lo fundamental es entender y comprender al enfermo en toda su dimensión humana sin criticarlo, sin juzgarlo ni culpabilizarlo; el tratamiento integral son buenas medicinas, y un adecuado acompañamiento. También hay que brindar a sus familiares o allegados un asesoramiento oportuno prestando toda la atención posible a las manifestaciones de ansiedad que se producen por el temor o los miedos hipocondríacos relacionados a un probable contagio.

En cuento a la patología psiquiátrica podemos encontrar los siguientes síndromes:

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Pablo Alberto Chalela Mantilla, M.D.
Médico Psiquiatra

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