Optometrista Pediatra

la atención especial que un niño necesita

 

Natalia Pepermans

Jefe de Prensa,

DRA. CAROLINA URIBE

Optómetra

El desarrollo de la vista es uno de los aspectos que evoluciona a medida que el niño crece. Desde ese momento y hasta cerca de los 8 años, la agudeza visual puede presentar alteraciones que necesariamente requieren una consulta con un especialista. Muchos problemas presentan síntomas, pero muchos otros aparecen sin ninguna alteración evidente en la vida del niño, por eso es indispensable comenzar desde muy pequeños y para eso, el especialista indicado es un optometrista pediatra.

Cualquier problema que se pueda identificar en el niño de manera temprana, puede evitar complicaciones de mayor complejidad en el futuro. Para tratar el caso de los pacientes más pequeños, contamos en Colombia con una especialista en el diagnóstico y tratamiento infantil, la Dra. Carolina Uribe. Cuya ejercicio de más de 25 años en la optometría, le brinda una amplia experiencia, que genera tranquilidad a los padres y a los niños que acuden a su consulta.

¿Cuál es la diferencia entre un optómetra de niños o de adultos?

Aunque la Dra. Carolina Uribe es especialista en la atención de ambos. Considera muy especial y distintivo el tratamiento que se les debe brindar a los niños, por diferentes razones:

La paciencia, que debe caracterizar a un especialista en pediatría, es una de las principales cualidades que deben estar presentes en la consulta. Así como  en algunos casos ,al iniciar el tratamiento, el adulto siente algunas incomodidades, dudas y temores, en el niño, estos sentimientos son aún más notorios y, generalmente, no comprenden la terminología médica, lo que genera aún más temores

Otro aspecto importante, es la seguridad que brinda a los padres que el especialista tenga experiencia en el trato con niños. La Dra. Carolina Uribe, optometrista pediatra, expresa que las pruebas que se realizan para determinar el diagnóstico, ya sea por imágenes o analíticas, requieren, en algunos casos de la colaboración del niño. Como especialistas en el manejo de estas situaciones, se debe generar un acercamiento con el pequeño, de tal manera que el examen permita establecer la graduación exacta de los lentes o anteojos. A partir de allí, comienza otra etapa, en la que la confianza del niño hacia el médico adquiere un valor muy importante. Esta fase del tratamiento es en la que se debe lograr que el niño colabore en el manejo del lente, dándole independencia para que, dependiendo de la edad, sepa cómo manejarlo, usarlo y cuidarlo él mismo.

Las principales cualidades de un optometrista pediatra deben ser

Atención: muchos de los síntomas son expuestos por el mismo niño, es indispensable atender a lo que pueda contar durante la primera visita, para aprender a identificarlos.

Flexibilidad: es fundamental que el especialista pueda atender las consultas, sobre todo al iniciar los tratamientos correctivos con niños, los cuales requieren de mayor atención y dedicación durante este proceso.

Acercamiento: los niños necesitan confiar en el especialista para responsabilizarse de su tratamiento, por ello, es responsabilidad del optómetra demostrar seguridad y hablarle con simpleza.

Empatía: esta característica es tan importante con el niño como con los padres, quienes frecuentemente, se sensibilizan al tratarse de la salud de sus hijos y es común que estén nerviosos o impacientes, especialmente si el pequeño presenta alguna patología grave o avanzada. La mejor forma de tranquilizarlos es brindándoles toda la información que necesiten, dedicándoles para ello el tiempo que necesiten.

La primera consulta con un optometrista pediatra

Los padres son cada vez más conscientes que cuanto más rápido se acuda a un especialista, mayores son las posibilidades de revertir o detener el daño de los problemas visuales a futuro. Hasta los 8 años, el niño debe contar con controles periódicos con un optómetra, para seguir el desarrollo de la vista de manera constante y detectar a tiempo cualquier patología que pueda interferir en su calidad de vida y en su salud.

El tratamiento más habitual para niños, ya sea para astigmatismo, hipermetropía, desviación ocular, entre otros, se realiza con anteojos o gafas. Solo en casos particularmente especiales se indican lentes de contacto. Sin embargo, para realizar un diagnóstico preciso y determinar el tratamiento correspondiente se debe realizar un examen, el cual consiste en:

En primera instancia, en la experiencia de la Dra. Carolina Uribe, es fundamental estar atento a los datos que el niño aporte durante la consulta, de esta misma manera el pequeño adquiere confianza con su médico y se involucra con el tratamiento.

Se realizan pruebas que consiste en colocarle al niño  diferentes lentes, para que pueda expresar con cuál de ellos ve mejor.

Luego se realiza una retinoscopía y un examen con dilatación de pupila, bajo cicloplejia, que permite obtener la fórmula real para indicación del lente o el anteojo. Estos exámenes son fundamentales, además, permiten la exactitud del diagnóstico cuando el niño es demasiado pequeño y no puede expresarse con palabras.

¿Cuáles son los indicios a los que debemos estar atentos?

Más allá de los controles previstos, las consultas también pueden realizarse cuando se presentan algunos signos de problemas visuales o incomodidades, tales como:

Desviación de uno o ambos ojos

Picazón o molestias

Dificultad para leer o dibujar

Si el niño confunde los colores

Si hay dolores de cabeza frecuentes

Si vemos que el niño entrecierra los ojos, forzando la vista al querer ver objetos que están lejos o cerca.

Si se queja porque ve borroso, doble o con pequeñas lucesitas o manchas

Si notamos que produce demasiadas lágrimas o parpadea con mayor frecuencia

Si no distingue las distancias, tropieza o choca con algunos objetos.

Si necesita acercarse mucho los cuadernos o los libros para ver mejor.

Ante cualquier comportamiento extraño en las actividades escolares, deportivas o recreativas, que como padres notemos o que el mismo niño nos informe, es preciso acudir a un optometrista pediatra con rapidez.

Problemas visuales más comunes en la niñez

Todo tratamiento está establecido en función al diagnóstico. Para que este último sea preciso, es necesario evaluar cada una de las funciones visuales y, de esta manera, establecer cuáles serán las indicaciones que se deben seguir.

Las principales funciones visuales son: La convergencia, la refracción, la acomodación, la visión binocular, la coordinación ojo- mano y los movimientos oculares.

La convergencia

La convergencia es la capacidad que permite que los ejes visuales se dirijan al mismo punto, con lo que se logra distinguir el mismo objeto con ambos ojos. Cuando existe un exceso de convergencia, ambos ojos se enfocan en puntos distintos. En cambio, cuando la convergencia es insuficiente, los ejes se encuentran en un horizonte más lejano que el objeto.

Función de refracción

Un niño con problemas de refracción, presenta dificultades para distinguir correctamente los objetos, ya sea a corta o larga distancia. La imagen que se percibe está distorsionada. Cuando la dificultad se presenta al querer enfocar los objetos cercanos, se denomina hipermetropía. Cuando un niño no puede distinguir claramente el objeto que se encuentra a una mayor distancia, se denomina miopía. También puede presentarse una alteración en la curvatura de la propia córnea, este es el caso del astigmatismo.

Para estos diagnósticos se puede indicar un tratamiento con anteojos o lentes de contacto, según los resultados y la graduación que se obtengan luego del examen con el optómetra. Cuando no son tratadas a tiempo, pueden ocasionar problemas visuales mucho más graves y con consecuencias irreversibles.

Acomodación

En esta función interviene el cristalino del ojo, el cual se encarga de darle nitidez al objeto observado. Si al cambiar la vista entre dos objetos que se encuentran a diferente distancia, no se logra enfocar con rapidez ni de manera nítida a cualquiera de ellos, el niño puede estar necesitando un tratamiento para corregir esta función. El diagnóstico tiene por objeto identificar el cual es el grado necesario para el anteojo o el lente de contacto, que permita mejorar la acomodación visual.

Visión binocular

La visión binocular es la capacidad de coordinar la imagen recibida de ambos ojos. Cuando el niño ve una imagen distorsionada o con diferentes características entre un ojo y el otro, se puede estar ante la presencia de lo que se conoce como ojo vago o ambliopía. En estos casos, es posible que uno de los ojos suprima la imagen recibida.

Coordinación ojo – mano

Esta función es la encargada de establecer la correlación entre el objeto que se percibe con la vista y la precisión del tacto, midiendo profundidad y tamaño del mismo. Es una de las funciones que más se desarrollan durante la realización de deportes.

Movimientos oculares

Permite evaluar cual es la rapidez del ojo al enfocar objetos estáticos y en movimiento. También se evalúa la reacción al pasar de una letra a otra o de un renglón a otro. Muchos niños, se confunden palabras o necesitan separar, con algún elemento, los renglones del cuaderno, para no perderse en la lectura. Por lo cual este es un examen fundamental, sobre todo en el comienzo de la etapa escolar.

Toda la información que, amablemente, nos proporcionó la Dra. Carolina Uribe, nos ayuda a tomar conciencia de la responsabilidad que tenemos ante nuestros hijos. Siendo responsables de su salud visual, debemos ser conscientes que cuanto más pronto nos ocupemos por consultar con un optometrista pediatra, mayores posibilidades tenemos de brindarle una mejor calidad de vida.

 

Natalia Pepermans,
Jefe de Prensa,
DRA. CAROLINA URIBE
Optómetra